domingo, 21 de julio de 2013

Otelo.


¡Oh, vil bandido! ¿Dónde escondiste a mi hija? Maldito embaucador, la has hechizado. Que oiga todo ser que tenga juicio, si es posible, no estando encadenada por viles sortilegios, que una niña tan tierna, tan hermosa y tan contenta, tan opuesta a casarse que esquivaba los más ricos galanes de su pueblo, habría jamás abandonado, siendo blanco a la vez de universal escarnio, la patria potestad para ampararse en el tiznado y asqueroso seno de un monstruo como tú, que espanto causa, no deleite al sentido: juzgue el mundo, y diga si no es claro como el día que hubo aquí torpe hechizo, y que engañaste su tierna juventud con viles drogas o minerales que la acción suspenden. He de hacer que se aclare tanto engaño, evidente y aun palpable al pensamiento. Por tanto aquí te prendo, y te denuncio por vil embaucador, por hechicero experto en negras artes prohibidas. Échenle mano, y si hace resistencia, sujétenlo aun a riesgo de matarlo

No hay comentarios:

Publicar un comentario